Para Occidente, Oriente siempre ha sido una tierra enigmática, llena de sonidos, colores y aromas exóticos, donde viven gentes acostumbradas a dialogar con la naturaleza. Al contrario de lo que sucede en Occidente, la pintura china no pretende crear una fiel copia de la realidad, sino representar la esencia de las cosas, buscar los rasgos más específicos del modelo, sin entrar en el detalle. Hay un intento de plasmar no la materia corpórea, sino su esencia, de expresar de forma subjetiva lo que se esconde detrás de la apariencia de las cosas: “el objetivo del artista es revelar estas armonías (del universo) que subyacen en la realidad y que no pueden percibir los sentidos”. La pintura china siempre se ha basado en dos fundamentos: la atenta observación del modelo y su esencia, y el estudio de los trabajos de los grandes artistas del pasado, los cuales son una constante inspiración, al contrario que en Occidente donde se busca continuamente la originalidad.
La pintura china, así como la caligrafía, tienen fama por la poesía y el espíritu filosófico que son capaces de transmitir. Existe una estrecha relación entre ambas. La caligrafía es un arte de pinceladas, rasgo que comparte con la pintura china además de las herramientas utilizadas, como la tinta y el pincel; por ello ambas disciplinas se hallan estrechamente unidas desde su origen.
La caligrafía china es un arte compuesto por líneas absolutamente abstractas que se basa en ideogramas. Se fundamenta en la pureza del ritmo, el equilibrio y la armonía del trazo. No se permite la regularidad u homogeneidad en su ejecución, cada forma caligráfica debe estar viva, de manera que no debe ser ni simétrica ni perfecta, sino transmitir el sentimiento y el ritmo de quien lo pintó. La escritura china cuenta con más de 2000 años de existencia, y su aspecto gráfico tiene su origen hace más de 6000 años, en la forma de sencillos dibujos de los objetos cotidianos que han evolucionado hasta configurar formas simbólicas.
Mediante la pintura y la caligrafía china se transmiten milenios de tradición, cultura y filosofía de vida. Éstas respetan la Naturaleza, de la que dependen y con la que se mimetizan para no alterar el orden cósmico. Hay unas directrices esenciales que brotan de la experiencia de este pueblo, las cuales se pueden aprender e imitar, pero nunca saldrán de la mano de quien no sienta, respire y ame con su mismo respeto.
Christine de Pizan nació en Venecia en 1364. Su padre, Tommaso de Pizzano era un reputado físico, astrólogo y canciller de Venecia. Su fama de sabio y erudito llega hasta el rey Carlos V de Francia, que le hace una oferta para incorporarse como alquimista y astrólogo real de su corte. Tommaso acepta la oferta y se traslada a Francia. Era un hombre de mente abierta y en contra de la opinión de su esposa, decidió proporcionar una educación formal a Christine. Así, además de aprender a leer y a escribir, Christine recibió lecciones de historia, filosofía y medicina. También disponía de libre acceso a la biblioteca real. Christine demostró dotes literarias particulares, y compuso canciones y baladas que cautivaron a los miembros de la corte.
En 1380, a los 15 años, Christine se casa con Étienne de Castel, notario y secretario del rey. Étienne sabía lo inteligente que era su joven esposa y desde el primer momento, le alentó a seguir escribiendo. Fue un matrimonio feliz del que nacieron tres hijos: dos niños y una niña
Pero su vida cambió cuando en 1387 fallece su padre, y en 1389 fallece también su marido, posiblemente a consecuencia de la peste.
Se quedó viuda a los 25 años, a cargo de sus tres hijos, su madre y de una sobrina, y con recursos muy excasos, ya que tuvo problemas para obtener la herencia de su marido legalmente. Sus únicas opciones en la Corte eran: ir a un convento o volverse a casar, pero ella tomó una tercera alternativa, seguir escribiendo.
Los miembros de la Corte conocían su destreza con las letras y le encargaron que escribiera una elegia del rey Carlos V, “El libro de los hechos y las buenas maneras del sabio Rey Carlos V” .
Fue la primera obra que cobró y después escribió otras obras sobre filosofia, politica, historia o sobre el derecho de la mujer en la sociedad.
Participó acaloradamente en el debate sobre el Roman de la Rose, un poema escrito en el siglo XIII que relegaba a la mujer a objeto de deseo. Esto le permitió establecer su posición no sólo como escritora en los círculos cortesanos, sino como defensora de la posición de la mujer en una sociedad dominada por hombres.
Su obra más conocida es la “Ciudad de las Damas” un alegato en favor de la dignidad de las mujeres asi como una evidente critica a la misoginia que predominaba en la época medieval. En esta obra, deseosa de demostrar que la falta de formación era el único límite del género femenino, creó una ciudad ficticia regida por las damas Razón, Rectitud y Justicia. Dentro de las murallas de esta "ciudad de las damas", Christine reunió a mujeres de la historia y la mitología. Se trata de una larga exposición de modelos positivos de mujeres de todos las épocas como la poeta Safo, la diosa romana Minerva o María Magdalena.
Cuando Enrique V de Inglaterra invade Francia en 1415, Christine decide dejar la ciudad y refugiarse en un convento, probablemente en Poissy, donde su hija había tomado los hábitos.
Cansada y muy afectada por la situación que estaba viviendo el país, dejó de escribir durante un largo período, hasta que decide escribir una obra religiosa y un poema sobre Juana de Arco, el único texto escrito sobre ella mientras aún vivía.
Podría decirse que Christine de Pizan fue la primera mujer en Europa en ganarse la vida como escritora. Además se la considerada como una de las primeras feministas, y como uno de los primeros ejemplos de mujeres que escribieron en defensa de otras mujeres.